Alasdair MacIntyre y la actuación racional en la tradición neoaristotélica (Dykinson 2021) PRÓLOGO











 

RESEÑA: Alasdair MacIntyre y la actuación racional en la tradición neoaristotélica (Dykinson 2021)

 




Maximiliano Loria, Alasdair MacIntyre y la actuación racional en la tradición neoaristotélica. Dykinson, S L, Madrid, 2021, 274 páginas.

 

Alasdair MacIntyre es, sin duda, uno de los filósofos morales más influyente de nuestro tiempo y un auténtico renovador de la filosofía moral; se destaca, también, como uno de los máximos representantes del llamado “comunitarismo” filosófico (aun cuando el propio autor reusó el mote de comunitarista) y uno de los críticos más lúcidos de “las manías y los achaques” -Sorokin dixit- de la mentalidad emotivista tan propia del hombre contemporáneo. Su mérito mayor, sin embargo, reside, a nuestro juicio, en su redescubrimiento, o retorno, a la tradición moral aristotélica, primero, y su posterior adhesión a la filosofía de Tomás de Aquino.

¿Por qué consideramos que en esto estriba el mérito mayor de su larga trayectoria intelectual? Porque nos parece importante destacar, una vez más, el hecho innegable de que la cultura contemporánea con sus conflictos y dificultades es el resultado de una ruptura de la Modernidad respecto de la Tradición clásica y cristiana; que ha afectado, principalmente, el modo de concebir y entender la ciencia: en efecto, es a partir de lo que podemos llamar el paradigma científico de la Modernidad, nacido precisamente de dicha ruptura con el paradigma científico de la Tradición, que puede entenderse el origen no de todos, por cierto, pero sí de la mayor parte de los males que hoy nos afligen y nos interpelan.

Uno de los puntos más sensibles de esa ruptura es el que podemos resumir como la recusación, por parte de las ciencias prácticas, de la noción del bien. De este modo se entiende como la Ética ha desplazado de su horizonte el telos, el bonum, esto es, el fin de las acciones humanas (cuestión sobre la que tanto insiste, precisamente, MacIntyre) y, consecuentemente, la Política como culminación de la Ética permanezca hoy ajena a cualquier idea de un bien común temporal con lo que se ha reducido a una mera cratología, esto es, una simple praxis del poder por el poder mismo.

Todo esto se traduce en una verdadera crisis de la razón práctica como una de las características del tiempo actual. MacIntyre ha puesto su aguda mirada justamente en este punto: el hombre de hoy ha perdido su capacidad y hasta se diría su propia conciencia de razonador práctico: he aquí el origen de lo que nuestro autor denomina con gran acierto el emotivismo contemporáneo que aflige, transversalmente, la entera existencia del hombre de nuestro tiempo.

La salida de esta crisis no es otra que el regreso a lo que el filósofo escocés ha identificado como la tradición neoaristotélica. No se trata, por cierto, de un retorno sin más a lo anterior: se trata, por el contrario, a fin de evitar el riesgo de caer en una mera arqueología filosófica, de hacer vivo y actual el legado de la Tradición, vertiendo como acertadamente dice Loria, el “vino añejo en odres nuevos”. La obra que comentamos se ocupa, justamente, de analizar y de apreciar en sus justos límites este aspecto fundamental del pensamiento macintyreano.

En la Introducción, después de trazar una semblanza de la vida y la obra de MacIntyre, Loria enuncia la hipótesis central de su trabajo: La propuesta macIntyreana de actuación racional, alternativa de marcado carácter comunitario, puede ser defendida como una opción de vida frente a los modos emotivistas actualmente imperantes.

Loria subraya la convicción de MacIntyre de que la tradición aristotélica y tomista de las virtudes “aún sobrevive, especialmente en determinados contextos locales parcialmente aislados de los modos culturales hoy dominantes” a la par que destaca que la actuación racional, tal como la concibe el filósofo escocés, “es actualmente una opción concreta para muchos seres humanos”. “Se trata -concluye- de una elección que supone cierto equilibrio virtuoso entre una prudente distancia y, al mismo tiempo, cierto compromiso con el mundo. La excelencia moral se logra peleando el buen combate, involucrándose en los conflictos de la modernidad”[1].

Pues bien, en los cinco capítulos que conforman el “corazón” del libro, Loria desarrolla las premisas contenidas en esta hipótesis inicial; y lo hace con sólido fundamento científico y metodológico, con un pensamiento firmemente anclado en un meditado y concienzudo estudio del Doctor Angélico y, algo muy digno de ser destacado en una época como la nuestra en la que tanto abundan la oscuridad y la logomaquia, en un atrayente lenguaje que combina profundidad con claridad (la claridad, decía Ortega, es la cortesía del filósofo).

Así, el capítulo primero expone la visión, fuertemente crítica por cierto, de MacIntyre de la cultura moral contemporánea; crítica que apunta sobre todo contra la pretendida neutralidad valorativa del academicismo hoy en uso, su pretensión de que nada debe ser valorado y, menos aún, si se trata de la ciencia moral; y esto es lo que, de alguna manera, torna invisible la “catástrofe moral” de nuestro tiempo pues tan acostumbrados estamos a suponer que una moral sucede a otra que el “desorden moral” al que nos enfrentamos pasa, digámoslo así, desapercibido toda vez que el mismo lenguaje de orden y desorden están fuera del alcance de la mentalidad académica corriente. Todo esto nos ha llevado al emotivismo que ha sustituido la racionalidad práctica y la tradición de las virtudes por el mero y simple predomino, de hecho, casi absoluto, de las emociones y de las pasiones aun de las más subalternas e irracionales.

El capítulo segundo, tal vez el de mayor hondura antropológica y metafísica, aborda la cuestión de la actuación racional y el bien humano. Comienza por recordar que el hombre necesita aprender a verse a sí mismo como razonador práctico con respecto a los bienes, con respecto a lo que es mejor hacer en ocasiones concretas y con respecto a la mejor manera de vivir la vida. Sin esto es imposible alcanzar lo que MacIntyre llama florecimiento y que, en definitiva, no es otra cosa que aquello que Aristóteles llama eudaimonía, esto es, la vida buena, la vida virtuosa que es el fin de toda nuestra actividad moral.

En los capítulos restantes, Loria desarrolla y profundiza este gran redescubrimiento del bonum como fin de las acciones humanas y medida de nuestra actuación racional. En el capítulo tercero hace hincapié en el importante tema de la vida comunitaria mediante el examen de lo que MacIntyre denomina “estructuras de normalidad” en las que se despliega la existencia concreta de los hombres concretos, y en las que se dan los llamados “vínculos de reciprocidad”, tema este último al que Loria dedica un extenso y pormenorizado análisis. El capítulo cuarto aborda el importante tema de la ley natural como norma de la actuación racional. Loria resalta la evidencia de los principios de la ley natural, conocidos a través del hábito de la sindéresis (al que dedica un brillante análisis). Esta evidencia de los principios primeros de la ley natural hace que ella sea universal, inabrogable e indeleble: está “grabada”, por decirlo así, en el corazón de todo hombre, de todos los tiempos puesto que se trata de una participación de la ley eterna de Dios en la creatura racional. Finalmente, el capítulo quinto se ocupa del tema de la actuación racional como prudencia y razonamiento práctico. Aquí, el texto gira en torno de la virtud de la prudencia como virtud intelectual cuyo sujeto es la razón práctica y que, en palabras de MacIntyre, muy oportunamente citadas por Loria, es la virtud que necesitamos para llegar a ser capaces de elecciones rectas. No obstante, la adquisición de esta virtud es imposible sin un reconocimiento de la autoridad racional de los preceptos de la ley natural.

Lo interesante de destacar es que la larga y fecunda labor filosófica de MacIntyre no termina, como puede suponerse, en una propuesta filosófica sino en una espera: esperamos a San Benito, tal es la sentencia que sintetiza toda la obra del maestro escocés. ¡Una espera! Pero toda espera nos remite a una esperanza que es la contrapartida de las utopías ideológicas que hoy obnubilan el corazón y la mente del hombre contemporáneo.

Pero ¿por qué San Benito? San Benito es llamado, con justicia, el fundador de la Europa cristiana. Y esto es verdad en la medida en que resulta posible, históricamente, advertir una auténtica contribución de la civitas monástica al establecimiento de la civitas europea. De hecho, sabemos que el Monasterio realiza, a su propia escala, el proyecto y el modelo de la civitas europea[2].

En las Conclusiones que cierran el libro hay un hecho que es necesario destacar a fin de justipreciar adecuadamente el valor de esta obra. Loria no es sólo un comentador de MacIntyre; no sólo sistematiza y ordena lo que, con frecuencia, en el filósofo escocés, aparece disperso o fragmentado. Hay algo más que, a nuestro juicio, pone este libro de Loria en plena fidelidad con el espíritu de las célebres expostiones tomistas sobre todo las que el Aquinate dedicó a las obras de Aristóteles. Como es bien sabido, la nota esencial de estos comentarios es el descubrimiento de la intentio auctoris: el genio de Tomás descubre aquello a lo que apuntó Aristóteles y pese a todo, no llegó a completar. El Aquinate llega hasta donde no llega el Estagirita aun cuando haya apuntado claramente a ello. Y si los comentarios tomistas de Aristóteles llegan más allá de Aristóteles, pero sin traicionar nunca su sentido, este libro de Loria remeda, de algún modo, el mismo espíritu tomista respecto de MacIntyre al que no sólo expone con fidelidad absoluta, sino que, con frecuencia, sobrepasa sin apartarse, empero, de su pensamiento.

Para concluir nos dice el autor que aún queda mucho trabajo por hacer. Pues bien, hacemos votos para que, tras la publicación de esta obra, Loria siga enriqueciéndonos con futuros trabajamos que aguardamos con auténtico interés.

 

Mario Caponnetto

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Maximiliano Loria, Alasdair MacIntyre y la actuación racional en la tradición neoaristotélica, Dykinson, SL, Madrid, 2021, pp. 26, 27.

[2] Cfr. Anselmo Álvarez, OSB, “Contribución de la civitas monástica a la civitas europea”, en Revista Altar Mayor, Tomo 29, Año XXXI, octubre-diciembre de 2019, Madrid, paginas  493- 498.


 Conferencia sobre MacIntyre impartida en el Centro de Estudios Educativos "Rigans Montes":