Este espacio fue pensado para congregar a todos aquellos que nos interesa conocer y difundir el pensamiento del filósofo escocés Alasdair Ch. MacIntyre, especialmente en América latina y España. Nuestro filósofo fue conocido particularmente en lengua española partir de la publicación de su reconocido libro Tras la Virtud (Barcelona: Crítica 1987)
Última Conferencia de Alasdair MacIntyre (Subtítulos en Español) Noviembre 2021
"La dignidad humana: ¿una idea desconcertante y posiblemente peligrosa?"
RESEÑA: Alasdair MacIntyre y la actuación racional en la tradición neoaristotélica (Dykinson 2021)
Maximiliano
Loria, Alasdair MacIntyre
y la actuación racional en la tradición neoaristotélica. Dykinson, S L,
Madrid, 2021, 274 páginas.
Alasdair
MacIntyre es, sin duda, uno de los filósofos morales más influyente de nuestro
tiempo y un auténtico renovador de la filosofía moral; se destaca, también,
como uno de los máximos representantes del llamado “comunitarismo” filosófico (aun
cuando el propio autor reusó el mote de comunitarista) y uno de los críticos
más lúcidos de “las manías y los achaques” -Sorokin dixit- de la mentalidad
emotivista tan propia del hombre contemporáneo. Su mérito mayor, sin embargo,
reside, a nuestro juicio, en su redescubrimiento, o retorno, a la tradición
moral aristotélica, primero, y su posterior adhesión a la filosofía de Tomás de
Aquino.
¿Por
qué consideramos que en esto estriba el mérito mayor de su larga trayectoria
intelectual? Porque nos parece importante destacar, una vez más, el hecho
innegable de que la cultura contemporánea con sus conflictos y dificultades es
el resultado de una ruptura de la Modernidad respecto de la Tradición clásica y
cristiana; que ha afectado, principalmente, el modo de concebir y entender la
ciencia: en efecto, es a partir de lo que podemos llamar el paradigma científico de la Modernidad,
nacido precisamente de dicha ruptura con el paradigma
científico de la Tradición, que puede
entenderse el origen no de todos, por cierto, pero sí de la mayor parte de los
males que hoy nos afligen y nos interpelan.
Uno
de los puntos más sensibles de esa ruptura es el que podemos resumir como la recusación, por parte de las ciencias prácticas,
de la noción del bien. De este modo se entiende
como la Ética ha desplazado de su horizonte el telos, el bonum, esto es,
el fin de las acciones humanas (cuestión sobre la que tanto insiste,
precisamente, MacIntyre) y, consecuentemente, la Política como culminación de
la Ética permanezca hoy ajena a cualquier idea de un bien común temporal con lo que se ha reducido a una mera cratología, esto es, una simple praxis
del poder por el poder mismo.
Todo
esto se traduce en una verdadera crisis de la razón práctica como una de las
características del tiempo actual. MacIntyre ha puesto su aguda mirada
justamente en este punto: el hombre de hoy ha perdido su capacidad y hasta se
diría su propia conciencia de razonador práctico: he aquí el origen de lo que
nuestro autor denomina con gran acierto el emotivismo
contemporáneo que aflige, transversalmente, la entera existencia del hombre de
nuestro tiempo.
La
salida de esta crisis no es otra que el regreso a lo que el filósofo escocés ha
identificado como la tradición neoaristotélica. No se trata, por cierto, de un
retorno sin más a lo anterior: se trata, por el contrario, a fin de evitar el riesgo de
caer en una mera arqueología filosófica, de hacer vivo y actual el legado de la
Tradición, vertiendo como acertadamente dice Loria, el “vino añejo en odres
nuevos”. La obra que comentamos se ocupa, justamente, de analizar y de apreciar en
sus justos límites este aspecto fundamental del pensamiento macintyreano.
En la Introducción,
después de trazar una semblanza de la vida y la obra de MacIntyre, Loria
enuncia la hipótesis central de su trabajo: La propuesta macIntyreana de
actuación racional, alternativa de marcado carácter comunitario, puede ser
defendida como una opción de vida frente a los modos emotivistas actualmente
imperantes.
Loria subraya la convicción de MacIntyre de que la
tradición aristotélica y tomista de las virtudes “aún sobrevive, especialmente
en determinados contextos locales parcialmente aislados de los modos culturales
hoy dominantes” a la par que destaca que la actuación racional, tal como la
concibe el filósofo escocés, “es actualmente una opción concreta para muchos
seres humanos”. “Se trata -concluye- de una elección que supone cierto equilibrio
virtuoso entre una prudente distancia y, al mismo tiempo, cierto compromiso
con el mundo. La excelencia moral se logra peleando el buen combate,
involucrándose en los conflictos de la modernidad”[1].
Pues bien, en los cinco capítulos que conforman el
“corazón” del libro, Loria desarrolla las premisas contenidas en esta hipótesis
inicial; y lo hace con sólido fundamento científico y metodológico, con un
pensamiento firmemente anclado en un meditado y concienzudo estudio del Doctor
Angélico y, algo muy digno de ser destacado en una época como la nuestra en la
que tanto abundan la oscuridad y la logomaquia, en un atrayente lenguaje que
combina profundidad con claridad (la claridad, decía Ortega, es la cortesía del
filósofo).
Así, el capítulo primero expone la visión, fuertemente crítica por
cierto, de MacIntyre de la cultura moral contemporánea; crítica que apunta
sobre todo contra la pretendida neutralidad valorativa del academicismo
hoy en uso, su pretensión de que nada debe ser valorado y, menos aún, si se
trata de la ciencia moral; y esto es lo que, de alguna manera, torna invisible
la “catástrofe moral” de nuestro tiempo pues tan acostumbrados estamos a
suponer que una moral sucede a otra que el “desorden moral” al que nos
enfrentamos pasa, digámoslo así, desapercibido toda vez que el mismo lenguaje de
orden y desorden están fuera del alcance de la mentalidad académica corriente.
Todo esto nos ha llevado al emotivismo que ha sustituido la racionalidad
práctica y la tradición de las virtudes por el mero y simple predomino, de
hecho, casi absoluto, de las emociones y de las pasiones aun de las más
subalternas e irracionales.
El capítulo segundo,
tal vez el de mayor hondura antropológica y metafísica, aborda la cuestión de
la actuación racional y el bien humano. Comienza por recordar que el hombre
necesita aprender a verse a sí mismo como razonador práctico con respecto a los
bienes, con respecto a lo que es mejor hacer en ocasiones concretas y con
respecto a la mejor manera de vivir la vida. Sin esto es imposible alcanzar lo
que MacIntyre llama florecimiento y que, en definitiva, no es otra cosa
que aquello que Aristóteles llama eudaimonía, esto es, la vida buena, la
vida virtuosa que es el fin de toda nuestra actividad moral.
En los capítulos
restantes, Loria desarrolla y profundiza este gran redescubrimiento del bonum
como fin de las acciones humanas y medida de nuestra actuación racional. En el
capítulo tercero hace hincapié en el importante tema de la vida comunitaria
mediante el examen de lo que MacIntyre denomina “estructuras de normalidad” en
las que se despliega la existencia concreta de los hombres concretos, y en las
que se dan los llamados “vínculos de reciprocidad”, tema este último al que
Loria dedica un extenso y pormenorizado análisis. El capítulo cuarto aborda el
importante tema de la ley natural como norma de la actuación racional. Loria
resalta la evidencia de los principios de la ley natural, conocidos a través
del hábito de la sindéresis (al que dedica un brillante análisis). Esta
evidencia de los principios primeros de la ley natural hace que ella sea
universal, inabrogable e indeleble: está “grabada”, por decirlo así, en el
corazón de todo hombre, de todos los tiempos puesto que se trata de una
participación de la ley eterna de Dios en la creatura racional. Finalmente, el
capítulo quinto se ocupa del tema de la actuación racional como prudencia y
razonamiento práctico. Aquí, el texto gira en torno de la virtud de la
prudencia como virtud intelectual cuyo sujeto es la razón práctica y que, en palabras de MacIntyre, muy oportunamente citadas por Loria, es la
virtud que necesitamos para llegar a ser capaces de elecciones
rectas. No obstante, la adquisición de esta virtud es imposible sin un
reconocimiento de la autoridad racional de los preceptos de la ley natural.
Lo interesante de destacar es que la larga y fecunda labor filosófica
de MacIntyre no termina, como puede suponerse, en una propuesta filosófica sino
en una espera: esperamos a San Benito, tal es la sentencia que sintetiza toda
la obra del maestro escocés. ¡Una espera! Pero toda espera nos remite a una esperanza
que es la contrapartida de las utopías ideológicas que hoy obnubilan el corazón
y la mente del hombre contemporáneo.
Pero ¿por qué San Benito? San Benito es llamado, con justicia, el
fundador de la Europa cristiana. Y esto es verdad en la medida en que resulta
posible, históricamente, advertir una auténtica contribución de la civitas
monástica al establecimiento de la civitas europea. De hecho,
sabemos que el
Monasterio realiza, a su propia escala, el proyecto y el modelo de la civitas
europea[2].
En las Conclusiones que cierran el libro hay un hecho que es
necesario destacar a fin de justipreciar adecuadamente el valor de esta obra.
Loria no es sólo un comentador de MacIntyre; no sólo sistematiza y ordena lo
que, con frecuencia, en el filósofo escocés, aparece disperso o fragmentado.
Hay algo más que, a nuestro juicio, pone este libro de Loria en plena fidelidad
con el espíritu de las célebres expostiones tomistas sobre todo las que
el Aquinate dedicó a las obras de Aristóteles. Como es bien sabido, la nota
esencial de estos comentarios es el descubrimiento de la intentio auctoris:
el genio de Tomás descubre aquello a lo que apuntó Aristóteles y pese a todo,
no llegó a completar. El Aquinate llega hasta donde no llega el Estagirita aun
cuando haya apuntado claramente a ello. Y si los comentarios tomistas de
Aristóteles llegan más allá de Aristóteles, pero sin traicionar nunca su
sentido, este libro de Loria remeda, de algún modo, el mismo espíritu tomista
respecto de MacIntyre al que no sólo expone con fidelidad absoluta, sino que,
con frecuencia, sobrepasa sin apartarse, empero, de su pensamiento.
Para concluir nos dice el autor que aún queda mucho trabajo por hacer.
Pues bien, hacemos votos para que, tras la publicación de esta obra, Loria siga
enriqueciéndonos con futuros trabajamos que aguardamos con auténtico interés.
Mario Caponnetto
[1] Maximiliano Loria, Alasdair MacIntyre y la actuación racional en la tradición
neoaristotélica, Dykinson, SL, Madrid, 2021, pp. 26, 27.
[2] Cfr. Anselmo Álvarez,
OSB, “Contribución de la civitas
monástica a la civitas europea”, en
Revista Altar Mayor, Tomo 29, Año
XXXI, octubre-diciembre de 2019, Madrid, paginas 493- 498.
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